martes, 1 de noviembre de 2011

Los alumnos y la escuela hoy.

¿Cómo veo a mis alumnos de primer semestre?
Veo personas con mucho potencial, pero que no han encontrado la forma de desarrollarlo plenamente porque ni siquiera son conscientes de la importancia de hacerlo. La mayoría muy acostumbrados a tener una gran cantidad de cosas, constantemente insatisfechos y todo les aburre porque no saben que quieren o que les gusta, de tantas opciones no se han dado el tiempo para disfrutar nada.
De una generación a la que le dieron a entender que todo se lo merecían y por tanto no tenían que hacer grandes esfuerzos para ganarse cosas, muchas veces solo basta con que “estiren la mano”; a quienes los límites no les fueron impuestos en casa y no les queda claro por qué platicar en clase es una falta de respeto a sus compañeros y al maestro. Quienes acostumbrados al internet y los videojuegos consideran el juego y la socialización como uno de los aspectos más importantes de su vida y para los cuales la concentración puede ser difícil. La disciplina tampoco es algo que la mayoría de los padres padres se haya preocupado por inculcar.
Alumnos con deficiencias en su preparación sobre todo en las áreas de lectura y matemáticas, ya no mencionemos la ciencia, las artes, la historia que van a la escuela por una calificación o un papel, pero no motivados por los aprendizajes que puedan obtener, lo cual los hace apáticos y poco responsables. Para los cuales cualquier exigencia es sinónimo de autoritarismo y se rebelan, quizá en el fondo porque muchos tienen una autoestima dañada y no se sienten capaces, a menudo escucho comentarios -yo no soy bueno para la escuela –las matemáticas no se me dan –escribir no es para mí –la lectura es aburrida, me canso y me quedo dormido , etc.
Con problemáticas personales y familiares muy particulares que quizá la mayor parte de los docentes desconoce; en una sociedad dónde los medios de comunicación difunden la violencia de tal forma que hemos perdido la capacidad de asombro; donde lo que importa es cuánto tengo y no quién soy. A los que se les presenta un futuro incierto.
Con todo los alumnos tratan de encontrar el hilo de la madeja; fuera del salón de clases me puedo dar cuenta de la cantidad de información con que cuentan, que sus inquietudes son muy distintas a las mías cuando tenía su edad, muchas de sus preocupaciones se centran en cuestiones políticas y económicas; que no se les dificulta el manejo de la tecnología; han desarrollado habilidades visuales y auditivas; son creativos y tienen mucho ingenio.
Es entonces cuando me surgen las dudas: ¿Cómo trabajar con alumnos expuestos a tanta información y a la vez desinformados? ¿Cómo generar el interés por conocimientos que sienten como “obsoletos” (como la lectura)? ¿No será que el modelo educativo debe cambiar? Y mientras cambia, ¿Cómo trabajar con una nueva generación de alumnos bajo un sistema escolarizado que lleva generaciones con muy pocas modificaciones? ¿Cómo apoyarlos para que desarrollen su potencial? ¿Cómo enseñarles la importancia del compromiso consigo mismos y luego con los demás?

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